Carteles enormes recubren numerosos monumentos históricos en la Ciudad de Buenos Aires. La Ley de Patrocinio permite que las empresas privadas financien su restauración. ¿Pero qué pasa cuando se van los andamios? Un argentino radicado en España encabeza un movimiento de denuncia.
Hace escasos años, sobre todo tras la pandemia, los porteños se acostumbraron a ver algunos de los monumentos de la Ciudad cubiertos por andamios con extensas lonas que lucen estampados publicitarios. La explicación a ese cambio del paisaje urbano proviene de la Ley 6163 que establece un régimen de patrocinio. La nueva normativa, aprobada en mayo de 2019 por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, busca promover la participación de “las personas humanas o jurídicas de carácter privado en contraprestación a la difusión del nombre, denominación, marca, imagen, productos y/o servicios del patrocinador”.
Aquellos que quieran participar de este sistemas de contraprestaciones pueden presentar una Manifestación de Interés detallando el valor del aporte, las acciones de difusión propuestas y los valores de la marca a asociar. La autoridad de aplicación, designada por el Poder Ejecutivo porteño, es la responsable de aprobar los proyectos de patrocinio, establecer límites y condiciones de seguridad, verificar la ejecución de los proyectos y aplicar sanciones en caso de incumplimiento. Por su parte, el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana es quien designa cuales monumentos deben restaurarse y el Ministerio de Desarrollo Económico y Producción establece los convenios a realizar.
Sin embargo, todo lo que parece tan claro en papel, no lo es tanto para algunos funcionarios y vecinos que indican que las cosas no son como se las plantea. Como explicaba Jonatan Baldiviezo, titular del Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC), en marzo de este año a Tiempo Argentino, el valor del patrocinio solía ubicarse en un rango de entre 1,5 millones y 10 millones de pesos. Seguramente ese dinero habría venido a las arcas del Estado pero, según reconoció el Gobierno de la Ciudad, se pagan con canjes y no en efectivo.
¿Por qué, en algunos casos, cuando se sacan los carteles las estatuas parecen estar igual que antes? Los intentos de ANCCOM por contactar con el GCBA para obtener algunas respuestas no dieron frutos. ¿Qué pasa realmente detrás de los carteles?
Poco y nada
“Quienes deben hacer el control sobre esta ley son la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, la Auditoría de la Ciudad y la Defensoría del Pueblo de la Ciudad”, explica María José Lubertino, abogada y exmiembro de la Cámara de Diputados de Argentina. “Estos órganos son quienes tienen que pedir informes, los que deben exigir las estadísticas, los datos sobre la publicidad, los monumentos y la eficacia de la ley de patrocinio. Yo fui constituyente de la Ciudad de Buenos Aires, y esos son los tres órganos que deberían estar monitoreando este asunto público. No solamente la eficacia y las estadísticas, sino también cuánta plata se destina a ese proyectos y la efectividad de la ley”, continúa.
Para la actual Presidenta de la Asociación Ciudadana de los Derechos Humanos, “el problema es que los pedidos de informe en la Legislatura los bloquean. No les dan quórum, no los tratan en las comisiones. Y la Auditoría realiza investigaciones que se publican después de dos años o tres años”.
Lubertino aclara: “Nuestra Constitución de la Ciudad protege el ambiente, protege el patrimonio, protege el buen vivir y consagra una democracia participativa ambiental. Esta modalidad de poner publicidades en los monumentos son otra manera más de violarla, porque además genera contaminación visual. Que determinadas publicidades estén durante meses que exceden a la reparación de esos monumentos, deja en claro que esto tiene que ver con el negocio de las empresas y la recaudación de la Ciudad de Buenos Aires”.
“Estos temas se están planteando en los consejos consultivos comunales, a nivel de las comunas y los plantean los comuneros, los juntistas. Los de la oposición, obviamente”, detalla Lubertino y comparte una lista de monumentos históricos actualmente intervenidos por la Ley del Patrocinio (Ver recuadro).
Una fuente de un organismo nacional que prefirió no dar su nombre explicó a ANCCOM: ”Yo no tengo esa información porque no depende de mí. Lo único que te puedo decir sin estadística es que las estatuas y monumentos estuvieron tapados y eso se usó para propaganda. Es comprobable que, por ejemplo, en la estatua de Bernardo de Irigoyen ni siquiera se le practicó una limpieza superficial. En los dos Congresos se verificaron malas prácticas también”.
Algunos casos llegaron a Twitter donde los vecinos comentan casos particulares de publicidades masivas ubicadas en sus barrios. Una vecina de Recoleta, por ejemplo, informa que en la plaza Rodriguez Peña el monumento de Bernardo de Irigoyen estuvo más de seis meses cubierto por una publicidad de “Samsung”. El resultado de la espera fue nulo: la estatua del expresidente se encontraba igual que antes de que la cubrieran. Al finalizar esa “obra”, desplazaron los andamios y cubrieron una palmera que, al parecer, estaba siendo restaurada con el patrocinio de la empresa coreana. Semanas más tarde, la palmera fue totalmente tapada para colocar un anuncio de “Heineken”. Los vecinos se preguntan cuál es el trabajo que hay detrás de esos andamios, ya que no ven a ningún trabajador realizar ninguna tarea en ningún momento del día.
Una moda internacional
Estos negocios monumentales no ocurren solamente en la Ciudad de Buenos Aires, ya que publicidades de grandes marcas a nivel internacional dominan monumentos mundialmente reconocidos, como la Catedral de Barcelona, la Santa Iglesia Catedral Basílica Metropolitana.
El movimiento artístico político «Adeu Ad« , propone un adiós a la publicidad en los monumentos históricos. Esta organización logró remover una publicidad de “Samsung” en su iglesia. Emi Nogueroles, un estudiante de publicidad argentino que actualmente reside en España, fundador del grupo, cuenta: “El movimiento Adeu Ad surge como una respuesta pública ante la gran cantidad de denuncias y quejas que provocaba el gigantesco cartel de Samsung en la Catedral de Barcelona. Nosotros somos un grupo de tres jóvenes que trabajamos con la publicidad y nos encanta el mundo creativo, pero el problema surge cuando las publicidades se aplican de manera absurda e invasiva en un monumento tan significativo para todos“.
La agrupación lanzó folletines en la zona de la catedral con la consigna: “Hay un poco de catedral en tu valla publicitaria”. “Nuestra estrategia comunicacional fue hacer una campaña de titulares en Semana Santa: cuando estaba lleno de gente repartíamos los folletos con un código que te lleva a nuestro filtro de Instagram capaz de recrear la imagen de la catedral sin publicidad”, recuerda Nogueroles. “Fue una acción en vía pública que se volvió digital, una experiencia en la calle donde la gente se sumó y compartió. Hubo más de 5.500 fotos e impresiones compartidas con nuestro filtro, hilo en Twitter y debates públicos. Salimos en 20 medios locales y nacionales. Algunos influencer de Madrid lo levantaron y llegamos a más de medio millón de reproducciones y seguimos contando los números aún. Y después de siete días exactos retiraron el cartel de Samsung de la Basílica“.
¿Podría hacerse algo similar en Buenos Aires? “Creémos que Adeu Ad propone una interesante movilización que se puede implementar en distintos lugares donde surja el mismo problema, como en Buenos Aires donde este asunto está en permanente tensión entre los ciudadanos. Mi compañera viajará a Buenos Aires dentro de poco, veremos cómo podemos aplicar esta intención activista en una Ciudad como Capital Federal. Creemos que la clave para que algo se modifique es siempre moverse, hacer, activar hacia un cambio mejor. El problema estaba enfrente de todos y todos sabían que eso estaba mal y que alguien debía hacer algo, pero si nadie se empieza a movilizar, nada cambiara“.