A pocos días de un nuevo 8 de marzo las mujeres del mundo y en la Argentina nos autoconvocamos de cara a un nuevo paro internacional y plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y personas no binarias. Nos unimos, nos encontramos en asambleas y organizamos esta medida de fuerza y un grito común.
Porque después de cuarenta años de democracia y a siete años de la primera marcha del Ni Una Menos, quienes estuvimos desde la primera concentración en 1984 debemos decir que muchos de nuestros reclamos no han sido resueltos aún y siguen más vigentes que nunca. Desde el movimiento feminista ponemos en práctica nuestra unidad en la diversidad y nos organizamos para salir nuevamente y de forma masiva a las calles porque nos siguen matando y porque la desigualdad económica nos aleja de la autonomía. Con el dolor y la rabia por las que nos faltan, exigimos darlo vuelta todo. Somos millones en el mundo que hoy agitamos contra los fundamentalismos reaccionarios, misóginos y racistas.
En Argentina fuimos nosotras en articulación transversal con las fuerzas sociales, políticas y sindicales de las que somos parte quienes hicimos el primer paro a Macri y quienes frenamos el proyecto de reforma laboral que quisieron imponernos. Somos quienes nos organizamos para resistir la pandemia y quienes sostuvimos la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito y lo conseguimos en diciembre de 2020 en jornadas históricas que siguen teniendo reconocimiento internacional.
Este año en especial, al ser un año electoral, se juega la posibilidad de nuestro futuro. Por eso volvemos a decir que la deuda es con nosotras, nosotres y nosotros y que la paguen los que la fugaron, quienes la convirtieron en especulación y en la inflación que sufrimos en nuestra vida cotidiana. Volvemos a exigir que la Justicia avance en la causa contra los imputados por la toma de deuda externa y que se difundan los nombres y empresas que se apropiaron de los dólares del préstamo y los fugaron al exterior. Basta de paraísos fiscales.
Exigimos soberanía sobre nuestros cuerpos y territorios. Por eso pararemos contra el extractivismo que contamina aguas, provoca incendios devastadores, desertifica territorios y privatiza ríos y puertos.
Exigimos se sancione la Ley de Humedales ya porque no hay supervivencia posible para la especie humana aniquilando las demás formas de existencia.
Exigimos una Ley de Acceso a la Tierra y una Ley de Soberanía Alimentaria en base a un modelo productivo no extractivo y comunitario. La producción de alimentos no puede estar concentrada en manos de quienes nos han llevado con su modelo al colapso económico y climático. Paramos contra la hiperconcentración de la riqueza, que coloca a la humanidad en la mayor crisis, social, sanitaria y ambiental.
Pararemos contra la precarización laboral de nuestras vidas, pauperizando y feminizando aún más la pobreza en nuestro país, que hoy somete a un 51,5 % de las infancias pobres. Exigimos la pronta sanción de la Ley de Cuidados enviada por el PEN al Congreso y un presupuesto para un sistema nacional de cuidados, como garantía de la reproducción social. Exigimos que se asegure un salario básico universal y el reconocimiento salarial para los cuidados comunitarios, con un salario digno y derechos laborales. Exigimos la continuidad de la moratoria jubilatoria y para las amas de casa y un aumento de emergencia de las jubilaciones. Exigimos el cumplimiento de la ley de cupo laboral trans y el del cupo sindical, especialmente en las paritarias.
Exigimos acceso a las vacantes escolares para todes les niñes y adolescentes, y la promoción de la educación pública desde la primera infancia. La educación no es un negocio ni puede depender de criterios neoliberales de formación empresarial para la aceptación de la doctrina patriarcal y la precarización laboral. El avance de las derechas conservadoras busca prohibir el lenguaje inclusivo y anular la ESI. Queremos la efectivización de la ESI en todo el país. No a las leyes provinciales de ESI antiderechos que son restrictivas. Queremos que los contenidos incluyan el derecho al aborto y la Ley de Identidad de Género, por una ESI no binaria. Demandamos soberanía tecnológica y conectividad y acceso a dispositivos tecnológicos para todes, todas y todos en todo el país.
Por una reforma judicial feminista que garantice el acceso al sistema de Justicia para las mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans y no binaries. Por un sistema judicial que no invisibilice la realidad de las niñeces y adolescencias que son víctimas de abuso sexual. Basta de la aplicación del SAP (síndrome de alienación parental) y de la persecución a las madres protectoras. Nuestres hijes no son botín de guerra. Apoyamos a les profesionales y peritos de parte que sufren amenazas, agresiones y denuncias por acompañar a las víctimas. Exigimos que se cumpla con la ley de patrocinio jurídico gratuito sancionada en 2015 en todos los ámbitos legales para personas victimizadas por la violencia de género. Los procesos judiciales por violencia machista y patriarcal no deben revictimizarnos. Reclamamos equipos interdisciplinarios que intervengan en los procesos. Demandamos mecanismos concretos y eficientes para asegurar el cumplimiento de la cuota alimentaria. Reclamamos que se extienda la ley Micaela al ámbito sindical, a las organizaciones sociales y políticas, al Poder Judicial y legislativo y a los medios de comunicación. Además, exigimos una Corte Suprema de Justicia integrada también por mujeres.
Paramos contra la violencia machista en todos los ámbitos. Basta de femicidios, travesticidios, transfemicidios y crímenes de odio. Los agresores no son enfermos, son hijos sanos del patriarcado. Reclamamos la Ley de Emergencia en violencia de género. Necesitamos que las medidas de protección para situaciones de violencia de género lleguen a tiempo. Los colectivos de mujeres con discapacidad migrantes y trans se encuentran en estado de vulnerabilidad y son frecuentes víctimas de múltiples violencias. No hay datos desagregados confiables por condición de migrantes o discapacidad y escaso registro por identidad de género.
Además de sufrir igual que el resto de sus congéneres la amenaza de una cada tres de estar en riesgo de ser victima de violencia por el solo hecho de ser mujeres sufren discriminación que las hace frecuentes víctimas de violencia institucional y particularmente a las mujeres con discapacidad y las trans víctimas de violencia en el seno de sus familias.
Los tres grupos sufren violencia laboral agravada y hasta son víctimas de trata la migrantes y de explotación sexual la mayoría de las trans.
Desde el Proyecto Maravilla de Mujeres contra la violencia, coordinado por la Asociación Ciudadana por los derechos humanos con el apoyo del Fondo fiduciario de Naciones Unidas para eliminar la violencia contra las mujeres y en articulación con muchas organizaciones y redes estamos trabajando para empoderar a estos tres colectivos vulnerabilizados y sugerir protocolos que mejoren el acceso a la Justicia de las víctimas de violencia con una perspectiva interseccional. Sin embargo estas propuestas deben convertirse en políticas de Estado.
El patriarcado se va a caer, porque lo estamos tirando abajo. Ni una menos, vivas nos queremos. Las calles son nuestras. Hagamos que en un año electoral que el futuro también lo sea.